Si bien se trata de una tecnología que se ha empezado a popularizar en las últimas décadas, sus orígenes se remontan a principios del s.XX.
El control de velocidad de crucero es un asistente de ayuda a la conducción que resulta muy útil en largos trayectos, especialmente por autopista o autovía, porque evita que tengamos que llevar el pie sobre el acelerador constantemente.
Existen varios tipos, unos más sofisticados que otros. En primer lugar, está el control de crucero ‘puro’. Con él, el vehículo mantiene la velocidad prefijada sin tener en cuenta otros parámetros. Se suele combinar con un limitador de velocidad y se trata del nivel más sencillo de este asistente.
Un escalón por encima está el control de crucero adaptativo, que mantiene la velocidad y la distancia que hayamos fijado hasta que un radar frontal detecta un vehículo (u otro obstáculo) delante. Es ese instante, el sistema frena o acelera en función del tráfico sin que el conductor tenga que intervenir.
Mientras, el más nuevo es el control de crucero inteligente. En este caso, una cámara frontal lee las señales que limitan la velocidad en el trayecto, y reduce la velocidad automáticamente o avisando para evitar que nos multen.
Como ves, toda una tecnología a nuestro servicio para hacer nuestros viajes más seguros. Sin embargo, ¿sabes quién y cómo se inventó? Los orígenes de este sistema se remontan a comienzos del siglo XX. La extinguida marca británica de coches, Wilson-Pilcher, equipaba un sistema capaz de regular la velocidad de forma constante obra de la fabricante de elementos para el automóvil, Peerless.
Sin embargo, hubo que esperar medio siglo hasta que esta tecnología alcanzara su desarrollo de la mano de Ralph Teetor, un ingeniero de Indiana (Estados Unidos) propietario de una fábrica de componentes para automóviles.
Todo empezó en un viaje durante los años 40 de Teetor junto con su abogado de patentes. Ralph, que debido a un accidente había quedado ciego a los cinco años, viajaba de copiloto y pudo darse cuenta de que su acompañante tenía la manía de acelerar y frenar mientras hablaba, una molestia a la que quiso poner solución.
En 1950 obtuvo la primera patente. Había diseñado el primer sistema de control de velocidad automático. Algo que consiguió desarrollar y fabricar en su empresa y que Chrysler incorporaría en algunos de sus modelos en 1958. Un camino que siguieron los principales fabricantes de coches norteamericanos a lo largo de la década de los 60.
En sus primeros años, el control de crucero de Teetor recibió diversos nombres: ‘Controlmatic’, ‘Touchomatic’, ‘Pressomatic’ y ‘Speedostat’ hasta llegar al más específico (y menos rimbombante) ‘Cruise Control’.
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